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domingo, 24 de julio de 2011

Nos habitan cien millones de bacterias


Nuestro bienestar, producto de la pacífica convivencia con estos microorganismos.

Cien millones: ese es, más o menos, el número de bacterias que habitan de forma permanente en el organismo humano. Es más, desde que nacemos, el cuerpo es colonizado por microorganismos que se hospedan en la piel, en el tracto digestivo, en las vías respiratorias, en la boca y hasta en los ojos.

Son tantas, explica Alfredo Torres -profesor de la Universidad de Texas y coordinador de la Red Latinoamericana de Investigación en E. coli-, que "si tomara parte del cuerpo de alguien y lo dividiera entre tejidos y bacterias, casi las dos terceras partes serían bacterias".
Eso no quiere decir que las personas estén enfermas, sino todo lo contrario: no solo es probable que se sientan sanas, sino que ese bienestar sea producto de la silenciosa y pacífica convivencia con estos microorganismos. Por lo general, la relación equilibrada de estas bacterias con el cuerpo les permite cumplir funciones de gran especialización y beneficio para el mantenimiento de la salud y la vitalidad. Si un microorganismo extraño invade el organismo, de tal modo que rebase los sistemas de defensa, pueden surgir enfermedades.
Para entenderlo, basta darle una mirada a un caso clásico, el del intestino. Según Torres, quien vino a Colombia invitado al X Congreso de Enfermedades Infecciosas, "este órgano se mantiene sano en la medida en que conserva una flora normal, conformada por bacterias 'buenas', cuya función es protegernos. Si por factores como el estrés o el consumo de sustancias cuyo accionar resulta nocivo se altera esta flora, se incrementa el riesgo de sufrir infecciones". 
Estas enfermedades ocurren cuando microorganismos externos (virus, hongos, bacterias y otros parásitos) ingresan al organismo y lo colonizan. "Cuando el sistema inmunológico no logra defenderse de estos agentes, hay desequilibrios orgánicos y la persona enferma", dice. 
En América Latina, señala el experto, las infecciones más comunes siguen siendo las respiratorias. "Las diarreas, causadas por cepas comunes de la bacteria E. coli, entre otras, están en segundo lugar; les siguen las enfermedades infecciosas crónicas, como la tuberculosis o la causada por el VIH".    
Vale aclarar que hay áreas del organismo donde no hay bacterias (es decir, son estériles). Se trata del corazón, la sangre, el líquido cefalorraquídeo, el cerebro, la médula ósea y las vías aéreas inferiores (bronquios y alvéolos). 
Cada especie de bacterias (hay más de 400) elige para vivir el lugar que le resulte cómodo, y mientras están ahí no solo son inocuas, sino que le ayudan al organismo cumplir con algunas funciones. Si algo las afecta o salen de su entorno, pueden causar infecciones.  
Por ejemplo: el Staphylococcus aureus vive en las vías nasales y en la piel, pero es capaz de generar infecciones intrahospitalarias y graves intoxicaciones alimentarias. Lo mismo pasa con las  Neisseriaes, que se pasean por boca, faringe y nariz, pero pueden producir meningitis. 
Gérmenes que pueden atacar  
Hay 4 tipos básicos de gérmenes que producen infecciones: 

Bacterias: Gérmenes de una célula que se multiplican con rapidez y liberan sustancias químicas que pueden llegar a enfermar.

Virus: Cápsulas que contienen material genético y usan sus propias células para multiplicarse.

Hongos: Vegetales silvestres, como las setas o el moho.

Protozoarios: Animales unicelulares que aprovechan a otros seres vivos como alimento y como un lugar donde vivir.

Fuente: Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE. UU.